¡Y así andaba Juan Sin Rumbo,
despilfarrando poemas!
Juan o Juana, da lo mismo,
cantando a la luna llena.
Se colgaba de las nubes
y en una esquina quimera
repartía papelitos
con unas letras pequeñas.
Muchos miraban a Juan,
o a Juana con reprimenda.
"Por qué no harás algo útil",
pensaba la concurrencia.
Pero el poeta porfiado,
la poetisa, más terca,
continuaban su escalada
en su escalera de estrellas.
Describían cosas raras,
como una luna morena,
o un gran sol con alpargatas
de bigotes, que semejan
aquellos rayos dorados
que al mundo siempre despiertan.
Juan y Juana , los sin rumbo,
ambos locos y poetas
de esos que no cambiarían
su locura por monedas.
Ellos son para unos cuantos
inútiles , sin recetas
que compongan su locura,
que den sentido a su huella.
Pero ellos siguen trotando,
deshilando con presteza
las luces de las farolas,
en hilos de gran belleza.
Van a la grupa del tiempo
remontándose en cometas,
colgados al universo
entre los hilos de seda
que dan cabello a la noche
y que a veces no se peinan
pues temen deshilacharse
entre un atisbo de pena.
En una esquina del viento,
Juan o Juana se conversan...
Intentan por un segundo
poner los pies en la tierra,
pero terminan en risas
que suenan por el planeta
como una lluvia preciosa
que a continuar los alienta.
Y a veces, vuelven dichosos
a la esquina de quimera
a repartir papelitos,
con una letra pequeña.
Alba Rivero.
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