Solo tú, corazón ennegrecido
por la infame caricia mentirosa
eres terco y te niegas al olvido
de ese cuento fatal, color de rosa.
Cuánto tiempo te falta, no es sabido,
para hundirte por siempre en una fosa,
o encontrarte una tarde, arrepentido
de creer en palabra veleidosa.
No te quieras mirar en ese espejo.
Más que espejo es sin duda un espejismo.
Corazón, ¡salte ya del cruel abismo!
Eres órgano y quieres ser reflejo
de un remedo de burdo catecismo.
Desconfía en la miel de su bautismo.
Alba Rivero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario