La noche llora despacio
su llanto de plata, plata
que resbala por los techos
casi sin ruido. Y sin alma.
Sin quererlo he imaginado
que hay una gran pena arcana
que se desprende del cielo
transformada en sal y agua.
Pero no es cierto, este cielo
no tiene penas cargadas,
ni la noche un sentimiento,
ni la lluvia está salada.
Es que a veces no me explico
cómo viene y gana, gana,
esta sal, que mal requema
el fondo de mi mirada.
Alba Rivero.
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